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FILOSOFíA

La ignorancia es el peor de todos los males.

Eulogio Silverio  |  28 de octubre de 2014 (19:55 h.)
La ignorancia1

Decía Platón que la ignorancia es el peor de todos los males. Pensaba el filósofo que aquél que conocía el Bien no podría bajo ninguna circunstancia hacer el mal. Según su visión de las cosas resultan tan evidentes, prodigiosos y ventajosos los bienes que provee el Bien a quien lo conoce, que sería imposible suponer que un ser, cognitivamente sano, en posesión de tales bienes elegiría lo contrario.

Sólo el ignorante hace el mal

De la ignorancia derivan todos los males y del conocimiento todos los bienes. Cuando vemos la noticia de que un hombre mató a su pareja y luego se suicidó, dejando hijos pequeños en medio del desamparo más absoluto no nos queda otra opción que aceptar la conclusión de Platón de que sólo por ignorancia un individuo ejecutaría un acto tan absurdo y monstruoso.

La ignorancia aconseja lo peor

 Hace unos años acompañé a una amiga al sepelio de su padre que terminó con su vida mediante el suicidio. Al analizar las causas de este evento inesperado, reflexionaba en silencio sobre la posibilidad de que su  padre, que era un hombre noble, si hubiese tenido la posibilidad de ver la angustia, el dolor, la desesperación, la impotencia y el sufrimiento que su acción causaría a sus hijas, jamás hubiera incurrido en semejante acción. De esto último estoy totalmente seguro.

Ser rico en conocimiento

Aconseja Platón a los seres humanos a preocuparse en ser rico en virtud (conocimiento) no en oro ni en plata. Por cuanto aquél que es rico en conocimiento alcanzará fácilmente la riqueza que da el oro y la plata, aunque no resulta igual para aquellos que sólo se preocupan por alcanzar las riquezas que ofrecen el oro y la plata. Como sabemos, para este filósofo la virtud superior es el Bien y este está determinado por el conocimiento. Queda claro que no se puede ser bueno, héroe ni patriota por accidente; Kant lo expresa de esta manera en "La metafísica de las costumbres" al decir, que existen personas que obran conforme al deber y no por deber. Es decir que actúan de acuerdo a la moral, pero esto no significa que obran moralmente bien, porque en sus acciones falta una buena voluntad que guie su obrar. 

El ignorante no puede ser justo aunque se lo proponga con todo su corazón

José Ramón López siguiendo esta misma línea de pensamiento expresó en la Alimentación y las razas, que el ignorante no puede ser justo aunque se lo proponga con todo su corazón, porque para obrar de manera justa resulta imprescindible procesar una cadena de razonamientos para los que el cerebro del estulto no está habilitado. Ocurre que cuando al cerebro del hombre ordinario llegan varias ideas contrarias al mismo tiempo, siente que todo le da vuelta, que no entiende nada, que se están burlando de él, se siente perdido y el instinto le previene de su inminente derrota y le aconseja las acciones más estúpidas para vencer a su oponente, que por lo general incluye la eliminación física, de modo que sin que medie un tiempo prudente para la reflexión pasa de la palabra a la acción. Cree ingenuamente lo mismo que el común de nuestra gente, que matando al perro también se elimina la rabia, olvidando otro refrán popular que afirma lo contrario, es decir, que la fiebre no está en la sábana.

Ignorancia y maldad.

Dice Meursault, personaje principal de la novela el Extranjero de Albert Camus, "...al disparar varias veces contra el cuerpo sin vida del árabe, sentí que esa acción mía había roto el equilibrio de esa tarde..." Algo así se vislumbra en la cara de los asesinos del comunicador Claudio Nasco; En el rostro de aquellos se advierte una mezcla perfecta de ignorancia y de maldad.

 El ignorante se cree genial

En el rostro de los asesinos se advierte una gran confusión; no entienden todavía que fue lo que pasó, en qué punto falló su plan de matar a este señor. Por lo general los delincuentes se perciben a sí mismo como poseedores de una mente preclara. A las personas que viven de su trabajo las perciben como unos estúpidos que no merecen lo que tienen. Su escasa inteligencia les lleva a creerse especiales a quien el mundo debe algo. Conozco a un muchacho, hijo de un excelente mecánico, que nunca aprendió el oficio de su padre porque era poca cosa para él, abandonó sus estudios en la UASD alegando que se pierde mucho tiempo y luego abandonó los estudios en una privada alegando que cobraban mucho y enseñaban poco. En la actualidad este genio, es un inútil que no sabe hacer nada, no trabaja, tiene una mujer con dos hijas a las que no mantiene. El tiempo lo pasa criticando al gobierno porque no hace nada para mejorar la situación económica.

Hacerse sabio en su propia opinión

Mucha razón tiene el autor bíblico cuando afirma que el ignorante es aquél que se hace sabio en su propia opinión. Este ser es una especie de personalidad narcisista que sobredimensiona la bondad y magnificencia de sus acciones. Esta expresión bíblica coincide con lo que afirma Platón de que la ignorancia persuade al ignorante de que es sabio.

 La ignorancia protege de la vergüenza

Este tragicómico personaje, la más de las veces, por su vocabulario, gestos, modas y gustos se convierte en motivo de burla para los demás, él es el signo y el símbolo del ridículo social, pero vive convencido de que la gente lo observa porque lo admira, su escasa inteligencia lo protege de la vergüenza.

Eligiendo el peor consejero

El ignorante no escucha consejos, se cree autosuficiente, pero si un día decide escuchar a alguien, el instinto le lleva a elegir como consejero a alguien más estulto que él. Definitivamente la sociedad dominicana debe emplearse a fondo al combate contra la ignorancia, para ver si un día desaparecen de los noticiarios crímenes tan estúpidos como los que a diarios vemos. Porque en nuestro modo de ver no existe una explicación más plausible que pensar que sólo por ignorancia alguien mataría a un ser humano para robarle un celular, una tarjeta de crédito que luego utiliza en un cajero sin cuidar el rostro frente a las cámaras.

Combatir la ignorancia

La ignorancia se combate con acciones responsables, asumiendo cada quien el rol que le corresponde. El que es profesor debe dedicarse a ser profesor y no pretender ser padre, hermano o amigo de sus estudiantes. El que es padre de familia que sea padre de familia y que deje de intentar ser otra cosa para sus hijos e hijas. El que es autoridad, que se comporte como autoridad, que deje la pretensión de querer complacer a todo el mundo.

Culpables por indiferencia

Pienso que en gran parte los culpables de estos crímenes absurdos somos nosotros mismos, como sociedad al permanecer indiferentes y gozosos en la orilla viendo al desgraciado que se ahoga en medio del mar, pensando que como no es nuestra culpa no podemos hacer nada.

Fuente: Generatio Nova Univérsitas

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