El ser humano le gusta sentirse seguro, cuando no ve seguridad entra en una incertidumbre mental automática, porque siempre hay miedo a lo desconocido. Cuando posee algo que le da confianza y piensa que es estable, se anida para cubrirse de lo que pueda suceder.
Entonces, podemos decir que el sentido de seguridad es inherente en nosotros; por eso se hace difícil romper los esquemas que ya tenemos. Nos resistimos al cambio de nuevos paradigmas y generalmente preferimos seguir repitiendo las mismas estructuras.
Pero cada época tiene su realidad, y nos ha tocado una sociedad de la información y el conocimiento un poco compleja. Tenemos que estar conscientes de que lo aprendido en cualquier momento queda sin utilidad, porque la ciencia y la tecnología nos actualizan y nos desactulizan.
Por eso, el desaprender es un reto inmediato, porque nos exige eliminar el aislamiento académico y la arrogancia del creerse sabio. En estos momentos es que tenemos que tener la disposición de asumir el reto de aprender de nuevo y aprovechar el conocimiento para ser más efectivo.
El profesional de cualquier área que crea que puede desarrollarse aislado, la misma sociedad globalizada se encarga de sepultarlo en el sarcófago de la desactualización y en el cementerio de la inutilidad.
Desaprender no es un proceso nada fácil, pero es necesario para desarrollar nuevas competencias a luz de los nuevos conocimientos, y saber decir como Sócrates: “Solo sé que no sé nada.
